Representan
-junto a los costaleros- el alma mater
de nuestra Semana Santa y sin ningún
género de dudas es uno de los hechos
que hacen que la de Sevilla sea la más
importante del mundo. A los sevillanos desde
que son muy pequeños -muchos desde
el día de su nacimiento- y por tradición
familiar que va de padres a hijos, de abuelos
a nietos... se les hace hermanos de una cofradía
-la de su Barrio, o aquella que sea de tradición
en la familia- , a la que suelen acompañar
en su Estación de Penitencia
(procesión).
Existen tres tipos de nazarenos: los nazarenos
de cirio, los de insignia y los de cruz (llamados
penitentes). A diferencia de los nazarenos
no llevan los clásicos capirotes.
Podéis fijarnos como detalle, durante
el recorrido de muchas cofradias por las calles
de Sevilla, a muchos niños pequeños
que acompañan con su túnica
de nazareno puesta -o a medio poner- a sus
padres. Son los cofrades de mañana,
los que harán que Sevilla siempre
sea Sevilla.
Debéis
fijaros bien en el rito de los caramelos...
"Nazareno dame un caramelo"
que le piden los niños -y algunos otros
ya no tan niños- a los nazarenos (aunque
para muchos sea desconocido algunos nazarenos
llevan caramelos en sus bolsillos para regalar
a los niños pequeños).
Tampoco
debeís perderos el detalle de esas
grandes bolas que forman los niños
con la cera que sueltan los cirios de los
nazarenos. Por cierto, hablando de cera,
es bastante habitual -y lo digo por experiencia-
que la ropa se te manche de cera, sobre todo
si en lugar de quedarte esperando en un mismo
sitio a que pasen varias cofradías,
te mueves entre las mismas -respetando puedes
pasar entre los nazarenos para buscar otra
cofradía-, aunque es conveniente pasar
por los sitios señalizados a tal efecto
siguiendo las instrucciones de los responsables
de seguridad.
Por cierto, no debemos olvidar que Sevilla
entera está en la calle durante
estos días, y no sólo Sevilla,
sino que nos visitan gente de todos los lugares
de España y del extranjero... ¿y
por qué digo esto? Pues bien fácil,
porque en Sevilla en Semana Santa nace "
la bulla".. que no es otra cosa que
una gran aglomeración de gente que
quiere ir en el mismo instante al mismo lugar,
formándose los "atascos humanos".
El Sevillano sabe convivir con la bulla
e invitamos a los que nos visitan a que la
conozcan...
Una
buena manera de luchar contra estas aglomeraciones
de personas es alquilar una silla en la
Carrera Oficial -lugar por el que pasan
obligatoriamente todas las cofradías-.
Podemos alquilarlas desde primeras horas de
la mañana en la zona de la Catedral
(Avenida de la Constitución). La parte
positiva es que de esta manera se podrán
ver todas sin pasar agobios, pero lo negativo
es que al estar sentados y no movernos, nos
perdemos a las distintas hermandades en sus
sitios más característicos y
bonitos.
El
atuendo que lleva el nazareno durante
todo el recorrido es la túnica de su
hermandad. Conviene que sepáis que
muchos la eligen para llevarla hasta en el
último momento de su vida. Hasta no
hace muchos años eran sólo los
hombres los que podían realizar la
Estación de Penitencia, pero
hoy en día, son cada vez más
las mujeres que acompañan a su hermandad
durante la procesión.
Tampoco llevan capirotes los "manigueteros"
, así llamados porque se colocan
en las maniguetas que sobresalen del canasto
del paso. Debéis observar cómo
estos hermanos van en las esquinas delanteras
y traseras de los pasos -lugar de honor-.
Son cofrades de especial relevancia en la
hermandad.
Si
nos fijamos bien, podemos ver a muchos nazarenos
que van descalzos durante todo el recorrido.
Esta forma de penitencia -suele hacerse por
una promesa- está admitida en Sevilla
por las cofradías.
También en el recorrido de las cofradías
podrás ver a otros sevillanos que hacen
su estación de penitencia:
-Acólitos: Algunos se sitúan
delante del paso con unos ciriales que se
llevan alzados cuando el paso anda y se nbajan
cuando para. Otros llevan el incienso, que
va dejando en el ambiente ese olor tan característico...
¡Acércate y podrás olerlo!.
-
Pertigueros: Mandan sobre los acólitos.
Delante de cada paso se sitúa un pertiguero
con una vara o pértiga de plata (con
ella dan las órdenes a los acólitos).
Seguro que te llama la atención su
vestimenta -terciopelo con bordados- y gran
medalla de plata sobre su pecho.